Es la mejor vacuna contra la inacción, claro. ¿Contra qué si no?
Las intenciones que nunca se materializan
Muchas veces nos cargamos de intenciones, de buenas intenciones, de ganas de hacer cosas. Sin embargo, de la ilusión al hecho, hay un trecho.
Ir al gimnasio, adelgazar, dejar de beber, empezar a leer… llevar a cabo una promoción, encontrar un nuevo producto que ofertar, reorganizar el almacén, ponerse al día con las tareas pendientes… son cosas que todos soñamos con hacer algún día pero que rara vez se consigue.
Las causas
Muchas, como podéis imaginar. Cada persona es un mundo y cada mundo está lleno de excusas para no hacer lo que tenemos que hacer. Siempre hay algo mejor en lo que emplear el tiempo, aunque sea simplemente descansar sin hacer nada.
A continuación algunas causas, desde el punto de vista empresarial, que es el que nos motiva en este blog:
- Desmotivación.
- Desconocimiento de cómo organizarse.
- Falta de tiempo.
- Exceso de tareas a llevar a cabo.
- Falta de confianza en uno mismo.
- Inexperiencia.
En fin, razones para todos los gustos, como no podía ser de otra manera.
El antídoto
Depende del caso: a veces esto tiene solución y en otras circunstancias, es muy difícil encontrar la forma de corregirlo. No existe el antídoto ideal, así como tampoco existen dietas milagro en la empresa. Cada uno tiene que buscarse la vida como mejor pueda.
Sin embargo sí que hay técnicas que nos pueden ayudar a enfrentarnos al día a día con una mayor probabilidad de éxito. Una de las técnicas que suelen usarse es el plan de acción.
El plan de acción
Podríamos teorizar hasta casi el infinito acerca de los planes de acción, hacer un catálogo, escribir artículos científicos sobre él… pero la realidad es que el plan de acción es algo tan sencillo como suena.
Un plan de acción establece lo siguiente:
- Qué hay que hacer.
- Cómo hay que hacerlo.
- En qué momento hay que hacer cada cosa.
- Con qué o quién hay que contar en cada momento.
Si, además, al final se estudia qué tal y ha ido para corregir las posibles incidencias que aparezcan, mucho mejor.
Formatos
Hay muchos, desde una vulgar hoja de papel hasta complejas aplicaciones informáticas para gestionarlos.
La representación del plan de acción puede ser tan sencilla como un listado reflejado en una hoja de papel o complicarse a base de gráficos, flechas y colores.
El fondo
Lo importante no es el formato, sino el fondo, lo que de verdad implica el plan. No os ofusquéis buscando el plan perfecto.
La búsqueda del plan perfecto es una excusa muy común para no llevar a cabo el plan. La planificación se eterniza y, al final, no llega a hacerse nada precisamente por estar más pendientes del propio plan que del resultado que de él se espera.
Consideraciones
- Reflexionar antes de establecer un plan de acción a lo loco. Parece una tontería, pero con eso ya obtendrás una gran ventaja frente a la competencia.
- Si hay más de una persona implicada en el plan, tener en cuenta a las demás. Hacer planes para uno sólo es fácil. Hacerlos cuando hay un equipo trabajando es más complejo.
- El plan debe ser claro, conciso y fácil de entender y seguir.
- Es muy interesante que se pueda comprobar fácilmente si se está cumpliendo el plan o no para corregir desviaciones antes de que sean lo suficientemente grandes como para acabar con todo.
- Tampoco hay que seguirlos a pies juntillas: si la empresa está ardiendo, sal del edificio cuanto antes, no esperes a terminar de redactar el informe o cerrar la última venta. No merece la pena. De verdad.
- Es bueno compartir el plan cuando sea necesario. Y delegar si se precisa.
- Traducir el plan a un medio físico mejora mucho las probabilidades de acabar siguiéndolo: de memoria las cosas salen peor.
¡Ánimo con vuestros planes!
¡Síguenos!