Todos sabemos que «la cosa está muy mal» y que no está el horno para muchos bollos, así que hay que operar las empresas con el mínimo personal, incluso si esto hace que la empresa no funcione y, como va a peor, tendrá que despedir a más gente para seguir empeorando hasta que desaparezca. Bueno, no siempre es así, pero es un riesgo a tener en cuenta.
La situación
Busco un pequeño equipo de vídeo para un experimento en el que estoy involucrado desde hace unos meses. Algo que, hasta hace poco, era bastante habitual pero que, con esto de la crisis, ha perdido parte de su mercado y ahora es algo más complicado de encontrar: un proyector de vídeo. Vale, es un proyector de vídeo algo especial el que busco, pero nada que la tecnología actual no pueda solventar. Un proyector, vamos. Esto:
La búsqueda
Decidí aprovechar mi tiempo de asueto para realizar la búsqueda. Me sentía un poco analógico, así que salí a dar una vuelta y ver qué oferta existía en el mercado offline. Como se suele decir, me dio por ahí.
La experiencia
Acudí a varios comercios especializados en electrónica. En el primero, una gran gran gran superficie que, además de electrónica vende otros millones de productos, la oferta de proyectores se concretaba en un único modelo. UNO. Y pare usted de contar. La probabilidad de que ese modelo cumpliera con mis necesidades era casi cero, ciertamente. Y, haciendo caso a las matemáticas, así fue: no había manera cuadrarlo con lo que yo buscaba.
– No hay nada más. Sólo este modelo. Es que proyectores… proyectores… antes sí, pero ahora… ya no, por que… tenemos muchos televisores, ¿quiere verlos?
– No, gracias.
Descartado este establecimiento y todos los demás del grupo. Ya se encargaron de hacer la búsqueda con su sistema informático.
Sabiendo que yo no soy tonto, me acerqué a otro establecimiento del ramo donde contaban con 6 modelos. ¡Vaya, mi día de suerte! Sin embargo, tras 7 segundos de conversación con el amable vendedor, concluimos que ninguno cumplía con lo que yo necesitaba.
– Busco un proyector pasivo reflejo con chirivitas verdes
– Tenemos estos 6 modelos, pero ninguno pasivo reflejo…
– ¿Podrían pedirlo si lo encargo?
– Umm, esto, um, no.
La tercera experiencia de la tarde fue aún más gratificante para el desarrollo de este blog. Acercándome a un gran área de electrónica, pero grande, dentro del establecimiento, observé una cajera que luchaba contra una larga cola de clientes que quería hacer efectivas sus compras o eso pensaba yo. Mientras paseaba por la zona, vi como una persona perteneciente a la empresa estaba haciendo algo en uno de los portátiles expuestos. SOLO. «Es la mía», me dije y fui directo a preguntarle.
– Perdone, estoy buscando un proyector pasivo refle…
– Póngase en cola allí, donde la caja y pregunte
– Ah, es sólo para saber dónde se encuentran los proyectores pasi…
– En la cola, en la caja
Ni que decir tiene que abandoné el establecimiento entre alaridos y corriendo con los brazos en alto.
La definitiva
Una nueva zona comercial especializada en electrónica, nueva porque así lo indican los carteles colocados en las cercanías, aunque llevan en el mismo sitio y de la misma manera más de 6 años. Allí llegué yo con la poca sonrisa que me quedaba.
Entré y me acerqué a la zona que más parecía que podría contener mis preciados proyectores pasivos reflejos. Un señor vestido de uniforme pasaba por allí, así que decidí acercarme a preguntar.
– Perdone, los proyectores pasi…
– Creo que hay uno por allí, búsquelo
– Vale, me esperan en casa para cenar, mañana vuelvo ya si eso…
La solución: online
Y luego algunos se quejarán. Lo intenté, varias veces. Al final, llegué a casa y entré en internet. Varios minutos después ya tenía una docena de proyectores para elegir. Entrega en 5 días como mucho y con toda la amabilidad de un vendedor inexistente que no estaba tan ocupado.
¿Qué pensáis que hice? Compré dos.
Próximamente os cuento cómo fue la compra.