Ya nos había pasado más de una vez: justo al llegar a Ikea, nos damos cuenta de que nos hemos olvidado la tarjeta Ikea Family. A veces no hace falta ni que lleguemos a entrar, ocurre en el mismo momento en el que encontramos un aparcamiento cercano a la puerta.
No es que la tarjeta sea de gran utilidad para nosotros, la verdad sea dicha. Pero basta que se nos olvide para que justo lo que necesitábamos comprar tenga una promoción asociada a la tarjeta.
Pero esta fue diferente. Justo al llegar al piso superior, una chica nos pregunta si tenemos la tarjeta y, en caso negativo, si nos queremos hacer una.
La verdad, da pereza tener que ponerse a rellenar cientos de campos en un formulario para que luego te manden la tarjeta a casa o tengas que ir a recogerla a algún punto de la tienda.
Así que cuando estoy a punto de comentarle que la tenemos pero se nos ha olvidado (¡otra vez!), nos dice:
– Sólo tiene que poner su nombre y dirección en este formulario y se la doy yo mismo ya. Pero ya. Y activada.
¡A ver qué excusa le ponemos ahora!
Así que, con algunas dudas sobre la inmediatez y alguna reticencia acerca de mi privacidad, relleno los datos que me piden con el bolígrafo que me ofrecen sentado en la silla que me indican. ¡Qué bien preparado todo!
Vuelvo donde estaba la chica y mientras con la mano derecha recoge mi formulario, con la izquierda quita una pegatina a una tarjeta Ikea Family y la pega en el papel que le he entregado.
– Ésta es su tarjeta, ya está activada. Muchas gracias.
Si no contamos el tiempo que yo tardé en rellenar los campos indicados, el proceso duró… ¿10 segundos?
¡A ver quién se resiste a esto! Algún descuento que otro, algún detalle que otro y un proceso de alta que no llega a los 10 segundos.
¿Y qué obtiene Ikea a cambio? Dos cosas:
- Mayores ventas: los poseedores de la tarjeta Ikea Family gastan más en sus tiendas, lo tienen más que comprobado.
- Información: del tipo “qué tipo de producto se vende en pareja con cuál”, “cuántas veces viene un cliente a la tienda en un determinado tiempo”, “qué tipo de producto compra un determinado cliente”, etc.
Con esta información bien gestionada, pueden realizar campañas de marketing mucho más efectivas, diseñar ofertas o, incluso colocar productos en la tienda para favorecer la venta cruzada.
¿Qué hacéis en vuestras empresas para conseguir esto? ¿Cuánto os cuesta? ¿Qué proceso implica para el cliente?
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