Leí hace unos días en un periódico local que un veterano local en el que se sirve comida rápida cerraba. Durante más de 30 años había estado sirviendo bocadillos, hamburguesas y similares a su clientela. ¡Una pena!
Lo recuerdo
Pasé por delante del local durante 4 años: en mis idas y venidas al instituto, desde que tenía 13 añitos hasta los 18. El día de la noticia descubrí que el local llevaba sólo 2/3 años abierto cuando debí pasar por primera vez ante él. Y, a pesar de mi malísima memoria, lo recuerdo.
La trayectoria
Voy a tratar de resumir la historia del local: lo abrieron dos hermanos para servir comida rápida frente a un concurrido cine. Tras 30 años en el negocio, cerró. Fin.
El cine cerró 11 años antes.
Ahora que lo pienso, es una historia un poco sosa, ¿no?
La excusa
La jubilación, por supuesto. Pero, además, la caída continua de ventas debido a… las malvadas franquicias que hacen la competencia a este humilde negocio. Eso comentaba tristemente uno de los propietarios a un medio de comunicación local que lo entrevistó.
Poco importa que en los 30 años que han estado abiertos el único cambio significativo haya sido traducir la carta de pesetas a euros, que la innovación haya sido nula, que los dueños hayan seguido haciendo exactamente lo mismo que hacían desde el primer día, incluso cuando cerraron los cines cercanos.
No, el problema es que han abierto muchas franquicias de esas que trae el demonio y la gente prefiere esa comida mala antes que la tradicional de este local. Una buena excusa.
Asumamos la realidad
La vida cambia. En 30 años da tiempo a que pasen muchas cosas. Pero muchas muchas. En estos 30 años han llegado los móviles de manera masiva a la sociedad, al igual que Internet, el microondas y las franquicias. También las autovías, el AVE y hasta los centros comerciales. España entró en la Unión Europea, cambiamos la moneda al euro, la economía se liberalizó, el paro subió, bajó y subió de nuevo…
¿Hace falta que explique todo lo que ha cambiado en estos 30 años? ¡No tengo memoria suficiente!
Y la realidad es que este negocio no cambió absolutamente nada durante esos 30 años. Ni siquiera los asientos.
¿Es buena estrategia?
En esta vida no se puede generalizar sin cometer grandes errores pero, dicho esto, lo normal es que si ignoras todos los cambios que ocurren en tu entorno, acabes mal con tu negocio.
Luego puedes echarle la culpa a la globalización, las franquicias, el gobierno o a los jóvenes. No servirá de nada. Bueno, en realidad sí que sirve: errar en determinar las causas de la fatalidad que rodea al negocio, usar malas excusas, hará que sea mucho más difícil tomar medidas efectivas para paliar la situación.
Es el momento de pensar
¿Qué ha cambiado en nuestra empresa en los últimos 30 años? ¿Y en los últimos 5? Pero cambios de verdad, estratégicos, que se dice ahora. ¡Suerte!