El riesgo es inherente a casi cualquier actividad humana. Desde ducharse por la mañana hasta beber un simple vaso de agua comporta un riesgo. En la empresa, que está formada por personas, el riesgo está igualmente presente. ¿Es eso bueno, malo o regular?
Riesgo vs incertidumbre
Hay algo peor que el riesgo, sí: la incertidumbre. Resumiendo mucho mucho mucho, el riesgo implica conocer las probabilidades de los sucesos que pueden ocurrir cuando se toman decisiones. La incertidumbre es mucho más divertida: no se conocen las probabilidades porque ni siquiera se conoce qué puede pasar o no.
Si podéis elegir, ya sabéis: nueve de cada diez expertos prefieren riesgo.
¿Es bueno el riesgo en la empresa?
Digamos que mejor evitarlo. Sabemos que el riesgo es intrínseco a casi cualquier actividad humana anterior a la muerte. Así que el riesgo aparecerá en la empresa sin que tengáis que llamarlo.
Dicho esto: ¿es bueno? La verdad es que no. Si pudiéramos saber con certeza qué va a pasar con cada decisión que tomáramos en nuestra vida con antelación, seguramente el mundo sería mucho más bonito y estaría mucho menos caliente. Desgraciadamente no es así.
El riesgo no es cosa buena. Mejor evitarlo.
¿Deben los empresarios «amar el riesgo»?
En ocasiones escucho referencias al riesgo cuando se habla de emprender, de negocios o de empresarios. «Los empresarios aman el riesgo», «los emprendedores son personas arriesgadas que se juegan su dinero y prestigio», «no puedes tener una empresa si no te gusta el riesgo», «montó su negocio porque le gustaba el riesgo»… incluso Paulo Coelho ha dedicado varias citas a este asunto.
Pero lo cierto es que no: los empresarios suelen huir del riesgo, los emprendedores no deberían montar su negocio porque les guste el riesgo, no se trata de eso.
Cierto que si te da mucho miedo el riesgo, quizás no deberías plantearte ser empresario, pero de ahí a emprender porque te gusta jugarte tus cuartos o prestigio social hay un gran paso.
Te puede gustar el deporte sin tener que practicar uno de alto riesgo.
Entonces, ¿cómo se gestiona el riesgo?
Con mucho cuidado, con herramientas establecidas o tus propios protocolos, pero nunca subestimándolo o dándolo por algo positivo.
Hay muchos enfoques posibles. En general se basan en probabilidad. Aunque el uso de las matemáticas no garantiza que el análisis sea exitoso, lo cierto es que puede ayudar.
La gestión del riesgo depende de la actividad que se vaya a realizar. No es lo mismo analizar el riesgo de construir una central nuclear en un lugar determinado que el de añadir una nueva línea de productos en un lineal. En ocasiones el estudio del riesgo debe ser profundo y detallado y en otras ocasiones es suficiente con un análisis sencillo.
Una forma muy sencilla para gestionarlo puede ser establecer, mediante conocimientos previos o experiencias pasadas tres parámetros que, combinados, puedan darnos una idea de por donde va la cosa.
Considerar la probabilidad de ocurrencia, el impacto que tiene si ocurre y la posibilidad de conocer si se ha producido o no es, para casos básicos, suficiente. Ni siquiera es necesario conocer las probabilidades con demasiado detalle para hacerse una idea de la situación.
El producto de estos tres factores suele ser un buen indicador. Si queréis más, pedidlo 😉