Quejas, quejas y más quejas. Y seguro que hasta algunos tienen razón. La cuestión es: quejarse, ¿sirve para algo?
A veces sí, pero no tantas veces como a uno le gustaría
Con la queja se pueden conseguir algunas cosas algunas veces. Los pesados recalcitrantes, los quejosos crónicos y aquellos que saben usar este arma de la manera apropiada, pueden conseguir sus objetivos con cierta frecuencia.
Quejarse puede ser rentable a corto plazo.
Sin embargo, a medio o largo plazo, la queja es contraproducente. Las personas acaban por acostumbrarse o por rechazar la queja y alejarse de su origen. Con el tiempo, la queja se vuelve cada vez menos útil para el quejoso y más molesto para todos.
Al final, si no se interviene, el desastre está asegurado.
El entorno interno de la empresa
La queja crea mal ambiente, suscita reacciones adversas entre el personal. Gestionar situaciones en las que aparecen quejas por parte del personal es completamente imprescindible para evitar que el desánimo y la motivación cundan en la plantilla.
Muchas empresas acusan problemas de autoestima que germinaron en empleados concretos que expresan de manera recalcitrante el descontento con la empresa. Si esto no se ataja pronto, la empresa se transformará en un lugar con una atmósfera irrespirable donde realizar el trabajo bien sea poco menos que imposible.
Como el descontento y la queja trasciendan a los clientes, estamos listos.
Se puede hacer de otra manera
En vez de expresar malestar, resentimiento o disconformidad, se pueden plantear las cosas de una manera radicalmente diferente.
- Expresar objetivamente el problema: evitar añadir connotaciones personales, apreciaciones, juicios de valor que sólo empeoran el diagnóstico y alejan las soluciones.
- Ofrecer algún dato que corrobore el problema.
- Plantear alternativas a la situación, ofrecer siempre una visión constructiva del problema.
- Aceptar las críticas y trabajar para resolver el problema de manera efectiva.
¿Y quién es el guapo que consigue que esto pase en su empresa?
No lo sé, pero sí sé quiénes serán incapaces de hacer que su empresa funcione así. Aquellos que:
- No respetan a sus trabajadores
- Restan importancia a las opiniones de los demás
- Ejercen el mando de manera autoritaria y no permiten discrepancias
- Gobiernan la empresa sembrando rencillas para controlar mejor a sus empleados
- Sufren de baja autoestima
- No saben escuchar
- Ven a los demás como meros objetos interesados en fastidiar a los demás en su propio beneficio
- Entienden que la formación es inútil en la empresa
- Evita el diálogo como forma de resolver problemas de manera eficiente
- Se creen por encima de los demás
Conclusiones
¿Qué medios pones en tu empresa para evitar el desánimo y que la queja campe a sus anchas? ¿Y cuando no estás tú delante?
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