Como suena: esa fue la pregunta que nos hizo el instalador de persianas después de llegar a casa y ver la tarea que tenía que hacer.
«¿Hay por aquí algún chino? Un bazar de esos, vamos»
De piedra nos dejó: el instalador nos estaba preguntando dónde poder comprar las piezas que le faltaban para completar la instalación y lo hacía refiriéndose a un bazar chino, donde pese al gran trabajo dedicado por los dueños (nadie como ellos saben las horas y el esfuerzo que dedican a sus negocios), la calidad intrínseca de los productos es, digamos, «relativa». Que me disculpen los ciudadanos de origen chino, por cierto.
Al principio no entendí la pregunta. ¿Se referirá a un restaurante? ¿Querrá comer antes de empezar la tarea? Así que pregunté: ¿un chino? Y no, no era para almorzar.
En ese momento dudé si pedirle que se marchara directamente o que me explicara qué necesitaba y por qué. Debido a que el blog requiere de experiencias reales, me decanté por la segunda opción (¡cierto, este blog va a empezar a traerme dolores de cabeza pronto!).
La razón
Resulta que no traía una pieza que necesitaba: una especie de interruptor eléctrico. Es una pieza básica en toda instalación de persianas que llevan motor. Sabiendo que venía a instalar un motor en una persiana, era extraño que no trajera ninguno.
Le indiqué dónde había una tienda de suministros eléctricos cercana y, finalmente, antes de salir a por él, revisó qué más podía hacerle falta. Dos resoplidos de hartazgo después, salió para la tienda.
El trabajo
Al volver llegó quejándose de que había tardado en encontrar el lugar y se puso a desmontar la persiana actual. No habían pasado ni 2 minutos cuando volvió a quejarse de la instalación previa: estaba mal hecha. Y mal acabada.
-¿Ha visto usted qué chapuza le hicieron con la pintura? ¡Es que así no se puede trabajar!
– Claro que lo he visto, si lo pinté yo…
– Ah, pues está regular nada más…
– Ya
El trabajo continuó con algún que otro resoplido más. Finalmente la instalación acabó y el hombre, como queriendo disculparse, al ver el trabajo hecho, intentó bromear un poco con nosotros. A continuación, se marchó.
Tras él dejó un rastro de polvo, trozos de cable, cartones y plásticos. Ni siquiera se ocupó de meter los residuos en la caja que abandonó en nuestro dormitorio. La escalera, que era nuestra, también la dejó puesta.
Imagen
La imagen es importante en cualquier producto o servicio.
Si este hombre trabaja por cuenta ajena, su empresa debe ocuparse de hacerle ver que, además de trabajar bien (calidad intrínseca) tiene que parecerlo. La formación es imprescindible en todos los niveles de la organización. Y esto es formación.
Reflexionemos
- ¿Están dejando tus empleados la imagen de tu empresa en el lugar que corresponde?
- ¿Qué has hecho para asegurarte?
- ¿Cómo lo has comprobado?
- ¿Cuándo fue la última vez que lo comprobaste?