Parece ser que Ronald McDonald, el simpático payaso que pulula por los restaurantes de McDonald’s no es del gusto de todos los niños. A veces, este personaje puede causar cierto miedo a los niños más pequeños.
Ronald McDonald, con una edad de 50 años, fue creado por Willard Scott, que trabajaba en la radio en aquellas fechas y que participó en el rodaje de 3 anuncios para la televisión. Ronald reemplazó en 1967 a Speedee, un cocinero que simbolizaba la velocidad a la que el restaurante producía sus hamburguesas.
Éste fue el caso que nos ocupa: Después de intentar sentar varias veces a Alvarito en una trona no paraba de gritar «susto! susto! susto!». Al final resultó ser que el dibujo del payaso que había en su respaldo no le causaba gracia precisamente.
No nos dimos cuenta, pero atenta a todo el asunto estaba una empleada que, en esos momentos, se encargaba de la limpieza.
Al poco tiempo apareció con una trona sin dibujo y una sonrisa para el niño.
Este tipo de detalle es algo que normalmente no se espera de este tipo de negocio donde, generalmente, lo importante es la rotación de los clientes y poco más.
Lo impersonal del modelo de negocio basado en franquicias o grandes cadenas suele ser un argumento de ventas para el comercio tradicional. Y con razón: si ya es difícil para una empresa monolítica conseguir una atención personalizada y agradable y estándar para sus clientes y mantener una formas comunes dentro de la organización, imaginaos lo difícil que puede llegar a ser cuando, además de tu propia organización hay que contar con cientos de franquiciados en decenas de países.
Transmitir ese tipo de cultura, cualquier tipo de cultura, a lo largo de una organización tan heterogénea es algo tan complejo que hay que ser muy bueno para conseguirlo. Podemos decir que McDonald’s no sólo es una buena organización cuando vende hamburguesas, sino que es buena transmitiendo valores a través de la organización.
Cómo conseguir eso en nuestras propias empresas es una cuestión vital. Muchas veces nos centramos en el «core business» y se deja de lado justo lo importante: lo que te da identidad, la imagen de tu empresa. Estamos demasiado ocupados vendiendo para cuidar lo que el cliente ve de nosotros.
Y no aceptan propinas!
Mucho has tardado en defender los Mc 🙂
Una cosilla: los payasos es uno de los principales «personajes» que aterran a los niños, así que es muy razonable que dispongan de alternativas para evitar la presencia de este icono en sus centros y que tengan más que avisado al personal para que presten atención a reacciones como la de tu benjamín. Viven más de los niños, pre- y adolescentes que de los adultos, así que tienen que cuidar esos detalles.
Es cierto que, en España, McDonald’s es un restaurante muy apreciado por gente joven y niños. No ocurre así en otros países del mundo. Y es de agradecer que hayan tenido en cuenta estos pequeños detalles a la hora de formar a los empleados. Pero no sólo eso: además, consiguen que los empleados participen en la cultura de la empresa, teniendo muy presentes a los niños.
No es nada fácil conseguir que los trabajadores sigan las normas dictadas por la empresa. Por eso, quizás no sea «dictar normas» lo que hacen. Qué hacen entonces?