Quién puede decirle a la dueña de la tienda de ropa para bebé de lujo que existe en un pueblo de 15.000 habitantes que, si la gente no entra en su local, no es porque les dé envidia, susto o les imponga demasiado su cuidada decoración?
Quién podría decirle que, lo más probable, es que la gente no entre porque es la tienda más cara del pueblo en su especialidad y con mucha diferencia, que no tiene alternativas de tipo gancho para atraer posibles clientes?
El local es propiedad de la dueña del negocio, por lo que, al ser un negocio familiar, probablemente no siente el aliento del banco en su cogote y eso le da libertad para actuar a su manera.
Quién podría explicarle que es bueno sentir amor por el propio negocio, pero no hasta el punto en el que te ciega ante cualquier crítica.
Qué fácil es culpar a los demás de los errores propios y qué difícil es encontrar a alguien que esté dispuesto a decir algunas verdades justo a tiempo.
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