Es fácil iniciar un negocio con ilusión. Con el tiempo el emprendedor cada vez conoce más su sector y asienta su empresa.
Pero también es cierto que emprender es una labor que exige gran esfuerzo. Y además, esfuerzo continuo. No es difícil encontrar empresarios que llevan años sin vacaciones, con jornadas laborales inacabables o con estrés continuo por la marcha de su empresa.
Esta exigencia tan prolongada en el tiempo, además de la propia evolución de las personas, puede llevar a muchos empresarios a perder la ilusión por su empresa o negocio. Es entonces cuando uno se convierte en esclavo de su propio negocio: los años que lleva en el sector y la posición social que ocupa hacen difícil un cambio en la carrera laboral de estos empresarios.
Muchas veces es éste el momento en el que el negocio comienza a sufrir las consecuencias de la falta de motivación. Menos control, más hastío por parte de los empleados, más dificultades por seguir al mercado y, ocasionalmente, la desaparición de la empresa.
Esto es particularmente frecuente en empresas pequeñas o microempresas, entre ellas el pequeño comercio tradicional.
Se os ocurre alguna manera de evitarlo? Cuántas?