Una buena idea: diferenciar el negocio segmentando los clientes a los que acceden. En Tijeritas apostaron por la especialización y se centraron en los niños como usuarios. Los clientes, los que pagan (y los que deciden ir o no) son los padres, obviamente.
El local está ambientado con temática infantil y, aunque es un tanto oscuro, es agradable. El personal atento y sonriente, muy importante esto último cuando se trata con niños.
Pedimos cita para el primero y quedó encantado: mientras le cortan el pelo le ponen una película en DVD. 12€. A mí, en mi peluquería convencional me cobran 6.
Cuando terminó el mayor, preguntamos si podrían cortar el pelo del menor. Respuesta: claro, pero tenéis que pedir cita de nuevo y no hay hueco hasta dentro de dos horas. A pesar de eso, la peluquería se quedaba vacía justo al irnos nosotros con dos puestos para cortar el pelo libres. Cortar el pelo a un niño tan pequeño no ocupa más de 5 minutos.
No logro entender muy bien lo que pasó. Si el establecimiento hubiera estado lleno o fuera última hora y no hubiera dado tiempo, quizás habría habido una razón clara. La encargada/dueña fue la que tomó la decisión, sería difícil achacarla a la desgana o falta de motivación del personal algo que, por otra parte, a primera vista no parece apreciarse de todas formas.
Perdieron un corte de pelo: no podíamos esperar dos horas con niños tan pequeños.
Calculo que en el día habían hecho unos 25-30 cortes de pelo. Quizás perder un 3-4% de la facturación diaria no les preocupaba. Quizás fue el exceso de celo o la tiranía de las listas de espera. A lo mejor la encargada/dueña quiso hacer ver a sus empleadas que es ella la que manda.
Sigo dándole vueltas porque, la verdad, no lo entiendo. Alguien se atreve a aventurar qué pasó?